jueves, 11 de abril de 2013

Curso de Catamarán superado !!!

Después de un año profundizando en el manejo de las embarcaciones de monocasco láser y vago, había llegado el momento para el equipo @velateam40 de abordar nuestro siguiente reto en el CMV. El Catamarán era una asignatura pendiente que teníamos y ojalá la hubieramos solucionado antes, porque la experiencia es espectacular !!

Velocidad y adrenalina (y algún loco bajito)

Hemos tenido la suerte que la mayoría de días hemos tenido unos vientos muy aceptables, e incluso dos de ellos con vientos de 20 nudos. Justamente, nuestro bautizo con el cata fue un día de estos, muy a pesar de Jaume que tiene la fea costumbre de tener su primera experiencia con un modelo de barco con condiciones meteorológicas adversas.

Aún así, hubo algún loco que ya desde el principio empezó a colgarse del trapecio. Inconsciente !!!

Los dos días siguientes de curso fueron más tranquilos, lo cual aprovechamos para aclimatarnos a las diferentes características del catamarán e intentar mejorar la técnica de navegación. Gracias Albert por tu infinita sabiduría!!! De él aprendimos la importancia de los pesos en el barco, que aunque es una característica generalizada en todo tipo de embarcaciones, en el cata está aún mas agudizada.

También descubrimos y sufrimos la dificultad para realizar las viradas. Al tener dos patines, el cata obliga a ser más finos a la hora de virar. Eso significa intentar buscar el límite de la ceñida tanto en el cazado de la escota como en el rumbo a 45 grados. Con vientos moderados esto se consigue con mayor facilidad, pero con vientos fuertes, al no no tener nosotros aún la capacidad de ir totalmente cazados, llega a ser una misión casi imposible (aunque algunos se empeñen en ello, ¿verdad Juan?) con final de sobra conocido: volcada tras volcada.

El arte de volcar desvolcando

Un truco que me ha dado un amigo es que en estos casos, en el mismo momento que orzamos el timón hacer una cazada fuerte de la vela. La unión de ambos movimientos permite mantener la velocidad para poder pasar lo más rapidamente posible el angulo de 90º de proa al viento.

El último día volvió a soplar con fuerza, con muucha fuerza y con muucha deriva. Tanto que en una hora estábamos desfondados. Si no hubiera sido por Roland, que se ha comportado como un hermano mayor para nosotros, no sé como hubiera acabado la cosa.

Todo esto te hace pensar. El cuidado y respeto que hay que tener se multiplica exponencialmente según aumenta las dimensiones del barco y la adversidad de las condiciones metereológicas.

Aún así, nos dio tiempo a realizar unas pequeñas grabaciones para el recuerdo. Una adrenalítica para subirnos la moral y otra patética donde pagamos la novatada que el catamarán te tiene reservada. Espero que os gusten. 

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